La matriz de kilómetros cuadrados ayudará a explorar la energía oscura y el universo primitivo.
Este es un importante paso adelante en el avance de la tecnología astronómica. Australia ha comenzado a trabajar en su sección del Square Kilometre Array, que juntos formarán el radiotelescopio más grande jamás construido. SKA-Low, la contribución de Australia, se centrará en 131.072 "árboles" de antenas en la región de Wajarri, en el oeste del país. El enfoque principal de la matriz estará en las transmisiones de baja frecuencia, como sugiere el nombre. The Guardian señala que pretende ser ocho veces más sensible que los telescopios existentes y explorar el cosmos aproximadamente 135 veces más rápido.
SKA-Mid, un radiotelescopio análogo compuesto por 197 antenas de radio convencionales, que se construirá en el Parque Nacional Meerkat de Sudáfrica. El enfoque de esa sección está en la banda de frecuencia media. La Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth de Australia y la Organización SKA especializada colaboraron en la parte australiana del proyecto (CSIRO).
La matriz combinada revolucionará la radioastronomía, que se concibió por primera vez en 1991. Queda por ver hasta qué punto arroja luz sobre cómo se formaron las primeras estrellas durante la época de reionización del cosmos. Sin embargo, también debería ayudar a investigar la energía oscura y su efecto potencial en la expansión cósmica. La extraordinaria sensibilidad puede ser potencialmente útil en la búsqueda de vida extraterrestre, aunque la resolución limitará los estudios más extensos a estrellas relativamente cercanas. La directora, la Dra. Sarah Pierce, le dijo a The Guardian que los telescopios podrían observar un radar de aeropuerto en un planeta "a decenas de años luz de distancia".
La finalización de la matriz de kilómetros cuadrados no se prevé hasta 2028, e incluso entonces los científicos necesitarán tiempo para recopilar y analizar datos. Sin embargo, se anticipa que el Telescopio Espacial James Webb valdrá la espera. Pearce cree que SKA influirá en los "próximos cincuenta años" de la radioastronomía y lo llama un "cambio generacional" que podría conducir a una nueva comprensión del universo.