El dúo de hermanos Slo-anne está en alza y con el lanzamiento de su segundo álbum, Whiplash, está llevando a los oyentes a un frenesí de headbanging. Sin duda, hay algo básicamente agradable en las bandas de hermanos, atrapadas entre la fragilidad de las parejas románticas y el afecto casual de las amistades. De esta manera, lo que los hermanos aportan en términos de química a la música le proporciona otro nivel que existe a la vez de forma auténtica y convincente. Si bien siempre es posible que una ruptura irrelevante y explosiva pueda fragmentar la unidad en cualquier momento, algo sobre la conexión entre hermanos implica un vínculo más profundo que se filtra en la música.
Whiplash es un muy buen ejemplo de esto, en la forma en que combina energía cruda y profundidad emocional, el tipo de cosas que suenan verdaderamente indicativas de las experiencias compartidas por las que ha pasado Slo-anne. Este viaje sonoro de un álbum contiene himnos de headbanging que de hecho demuestran la sinergia musical y el conocimiento profundo de los instintos creativos de cada uno. La música de Slo-anne es un testimonio de la alegría y el poder que se pueden forjar en los vínculos familiares cuando se canalizan a través de un rock contundente y trepidante durante lo que en su mayoría resulta ser un caos en la vida adulta.