El ascenso y la caída del álbum doble de rock and roll


 El doble álbum, que en su día representaba la ambición artística en el mundo del rock, ha sufrido una importante transformación a lo largo de estos años. Estos discos de dos discos, que en su día fueron las declaraciones más audaces de un artista en cuanto a su poder creativo, plantean una serie de preguntas sobre qué fue lo que instigó su ascenso durante la década de 1960 y por qué se han convertido en una rareza en el panorama musical actual. Veámoslos más de cerca.


El nacimiento del LP y los primeros álbumes dobles

Es lógico que el viaje del doble álbum comenzara con la introducción del LP, o disco de larga duración, un formato innovador en 1948, que finalmente permitiría a los músicos extender sus grabaciones más allá de las limitaciones muy breves de 3 o 4 minutos de los discos de 78 RPM. Este nuevo medio ofrecía hasta 45 minutos de música, lo que les daba a los artistas más espacio para crear obras temáticas.


No pasó mucho tiempo antes de que los límites se ampliaran aún más. Blonde on Blonde (1966) de Bob Dylan fue considerado en general como el primer álbum doble del rock, sentando un nuevo precedente. Dylan estaba repleto de creatividad y el formato estándar de un solo LP no era lo suficientemente amplio para sus concepciones expansivas. Su ejemplo abrió las compuertas para otros.


Desde The White Album de los Beatles hasta Exile on Main Street de los Rolling Stones, los años 60 y 70 aclamaron la era dorada del álbum doble. Con esos lanzamientos, existe la sensación de que los músicos estaban tratando de hacer algún tipo de declaración, de que tenían algo grandioso que decir, algo que no podía contenerse en un solo disco. Los álbumes dobles se convirtieron en sinónimo de creatividad y osadía, y a menudo señalaban la cumbre de la carrera de un artista.


El álbum doble como punto culminante creativo Los álbumes dobles no tenían que ver con la cantidad, sino con hacer una declaración artística profunda. Ya se tratara del politizado London Calling de The Clash o de la ópera rock The Wall de Pink Floyd, estos lanzamientos tenían que ver con algo más que la música en sí, sino más bien con ser transportados a un viaje inmersivo.


Los álbumes dobles de esta era tendían a ser eclécticos: muchos géneros, muchos sonidos que tal vez no hubieran llegado a un LP estándar. Era una forma de que los artistas experimentaran, tomaran riesgos. Este método era más costoso para producir discos, lo que significa que un artista solo lo intentaría cuando sintiera que tenía algo realmente notable que ofrecer.


La revolución del CD y la desaparición del álbum doble

A principios de la década de 1980, surgió la era del CD, que alteró drásticamente la forma en que el público consumía música. Por un lado, los CD no sufrían las severas restricciones de tiempo del LP: se podían colocar hasta 74 minutos de música ininterrumpida en un solo disco. Si esto suena como si fuera un sueño para los artistas, en realidad fue la sentencia de muerte del clásico álbum doble.


Después llegó el formato CD, cuando los álbumes comenzaron a ser más largos, de 50 y 60 minutos en algunos casos. Pero no era magia, y la expresión del álbum doble casi nunca fue utilizada por la mayoría de los artistas. Los álbumes comenzaron a crecer con temas que, en tiempos pasados, se habrían dejado fuera. Una vez que la necesidad ya no dependía de los artistas o las discográficas, que decidían en tiempo apremiante, el álbum doble perdió novedad y grandeza.


En la década de 1990, discos como Use Your Illusion de Guns N' Roses (álbumes que técnicamente eran álbumes dobles) comenzaron a sentirse cada vez menos como una obra de arte sólida, sino como colecciones extensas de canciones. Junto con la facilidad del formato CD, el concepto del álbum doble parecía algo pasado de moda.


La era moderna y el legado del álbum doble

Aunque algunos artistas en los últimos años han vuelto a este formato de álbum doble, como OutKast con Speakerboxxx/The Love Below o Taylor Swift con Red (Taylor's Version), en su mayor parte, es una excepción y no la regla. Los servicios de streaming, que permiten listas de canciones y listas de reproducción infinitas, han eliminado todas las limitaciones que antes parecían estimular la innovación artística.


Dicho esto, los álbumes dobles del rock clásico perduran. Álbumes como Blonde on Blonde, The White Album y The Wall siguen siendo puntos culminantes celebrados en la historia de la música, mucho más por su profundidad y variedad que por su duración. Son un poco un artefacto de una era en la que un álbum doble era algo que demostraba ambición y/o integridad artística, en lugar de simplemente juntar un montón de canciones.


Hoy, el álbum doble, especialmente hoy en día con el lapso de atención acortado y donde las listas de reproducción actualmente gobiernan, puede parecer una reliquia de otro tiempo y era. Pero para aquellos que vivieron su apogeo, y para los oyentes más nuevos que descubren estos discos icónicos por primera vez, el álbum doble siempre tendrá un lugar especial dentro de la evolución del rock and roll.

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